martes, 15 de diciembre de 2009

..Higiene del asesino..de Amélie Nothomb..

-Me habría gustado enseñarle que, estrangulando a Léopoldine, le había ahorrado la única muerte de verdad, que es el olvido. Usted me considera un asesino, cuando soy uno de los pocos seres humanos que no ha matado a nadie. Mire a su alrededor y mírese a sí misma: el mundo está lleno de asesinos, es decir, de personas que se permiten olvidar a los que pretenden haber amado. Olvidar a alguien: ¿ha pensado alguna vez en lo que eso significa? El olvido es un océano gigantesco en el que tan sólo navega un buque, que es la memoria. Para la inmensa mayoría de los hombres, este buque se reduce a una miserable barca que se cala a la menor ocasión y cuyo capitán, personaje sin escrúpulos, sólo piensa en ahorrar. ¿Sabe en qué consiste esta despreciable palabra? En sacrificar diariamente, entre los miembros del pasaje, a aquellos que son considerados superfluos. ¿Y sabe quiénes son considerados superfluos? ¿Los cabrones, los pesados, los cretinos? En absoluto: se tira por la borda a los inútiles, los que ya han sido utilizados. Éstos ya han dado lo mejor de sí mismos, entonces, ¿que más podrían aportar? Vamos, sin piedad, limpieza general y ¡alehop! Se les expede por encima de la borda, y el océano se los traga, implacable. Así es, querida señorita, como, con absoluta impunidad, se practica el más banal de los asesinatos. Nunca he estado de acuerdo con esta espantosa masacre, y en nombre de esta misma inocencia usted me acusa hoy, conforme a lo que los humanos llaman justicia, y que es una especie de modo de empleo de la delación.

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